La entidad financiera pone a disposición del cliente un límite máximo de dinero, que se puede utilizar según las necesidades.

Se liquidan los intereses por la cantidad utilizada.

A medida que se devuelve el dinero, el cliente puede seguir disponiendo de más, siempre que no se supere el límite establecido.

Se renueva anualmente, permitiendo el uso continuo de la línea de financiación según las necesidades cambiantes.